Consideraciones finales

Antes de poner punto final al presente trabajo se estima conveniente realizar las siguientes consideraciones:

1ª) Es un hecho a todas luces evidente que los problemas de medición de la incidencia económica del deporte plantean una ineludible necesidad de mejora, al menos en un doble plano:

• El de la adopción de conceptos, definiciones e indicadores claros, concretos y armonizados.
• El de la elaboración de estadísticas regulares, sistemáticas, fiables y precisas.

2ª) Cuando uno constata las cifras que se desprenden de las estimaciones del peso económico del deporte, no puede dejar de experimentar -al menos así ocurre en nuestro caso- una cierta sorpresa y una no desdeñable decepción, acompañada de algún escepticismo respecto a que dichas cifras reflejen la verdadera importancia económica y social del deporte¹.

3ª) En tal sentido, cabe evocar aquí el contenido del Informe de Helsinki sobre el Deporte, en el que se destaca que “el deporte es uno de los ámbitos de actividad que más afectan y acercan a los ciudadanos de la Unión Europea”, además de recordar cómo el Libro Blanco sobre Crecimiento, Competitividad y Empleo de la Comisión Europea incluía, ya en 1993, al deporte como uno de los nuevos yacimientos de empleo.

4ª) Asimismo, de cara a relativizar las cifras obtenidas, cabría señalar, por ejemplo, que el sector de la energía representa menos del 3% del PIB en España, lo cual no le impide ser un sector verdaderamente estratégico y crucial para el funcionamiento de la economía. Si este sector aporta el impulso imprescindible para que el aparato productivo pueda funcionar cada día, también el deporte aporta un elemento insustituible para que las personas que sustentan ese aparato productivo estén en condiciones de hacerlo, física y anímicamente. Sin el deporte (activo y pasivo), probablemente seríamos menos productivos, menos ricos y, por supuesto, menos felices.

5ª) Además, no podemos ignorar el alcance real del deporte, tanto activo como pasivo: un 37% por ciento de la población española (40% de la andaluza) practica regularmente deporte (recuadro 1). Si a esto unimos las personas que asisten semanalmente a los estadios y ven por televisión programas deportivos, nos encontramos con que la demanda directa (bruta) de deporte afecta semanalmente a unos 27 millones de personas en España (recuadro 2)². 

6ª) Esa influencia real del deporte en la sociedad es la que puede explicar el alcance de la intervención del sector público en el ámbito deportivo en los países desarrollados, que, de otro modo, resultaría paradójico.

7ª) Igualmente, ha de tenerse presente que el deporte tiene muchas funciones, además de la económica. Según la Comisión Europea (1998), el deporte cumple cinco funciones que constituyen su especificidad: una función educativa, en el sentido de que la actividad deportiva constituye un excelente instrumento para equilibrar la formación y el desarrollo humano de la persona a cualquier edad; una función de salud pública, concretada en la mejora de la salud de los ciudadanos, en luchar de manera eficaz contra algunas enfermedades y en contribuir al mantenimiento de una buena salud y de la calidad de vida en la tercera edad; una función social, toda vez que el deporte es un instrumento adecuado para promover una sociedad más inclusiva; una función cultural, a través de manifestaciones diversas, entre ellas el permitir al ciudadano arraigarse mejor en un territorio; y una función lúdica. Además de las anteriores, el deporte ejerce una función moralizante (transmisión de valores como el juego limpio, el espíritu de equipo, la competencia leal, la solidaridad…) y, asimismo, una función redistributiva.

8ª) Por otro lado, desde nuestro punto de vista, existen argumentos más que sobrados que hacen de la Economía del deporte una especialidad en alza, como testimonian la creciente oferta de estudios, el auge de las investigaciones económicas y la demanda de profesionales cualificados para dar respuesta a importantes retos de gestión. Las singularidades que concurren en las empresas deportivas plantean un amplio conjunto de requerimientos formativos específicos en áreas como las de contabilidad, fiscalidad, planificación y control presupuestarios, gestión de riesgos, mercadotecnia, auditoría…, en las que los economistas están llamados a desempeñar un papel relevante e insustituible.

9ª) El mundo del deporte ofrece, por otro lado, un campo ilimitado como banco de pruebas en el que contrastar los postulados de la teoría económica y analizar los más variados aspectos relativos al comportamiento económico (elección en contextos de incertidumbre, procesos de traslación impositiva, políticas de discriminación de precios, efectos económicos de las regulaciones internas, estrategias de mercadotecnia, relación entre propietarios y gestores, planificación fiscal, valoración de intangibles, análisis de externalidades positivas y negativas, análisis coste-beneficio, sistemas de incentivos, etc.).

10ª) Por último, en Málaga se dan una serie de condiciones naturales e institucionales (climatología, oferta deportiva, equipos de investigación…) que propician que la ciudad del conocimiento contemplada en el Plan Estratégico de la urbe pueda convertirse también en la ciudad del conocimiento deportivo.

---

¹ Andreff (2001, pág. 52) nos recuerda que “el PIB es un agregado que da una visión incompleta de la actividad económica nacional (igualmente, el PIB deportivo infravalora la economía del deporte), porque excluye prácticamente cualquier trabajo productivo que no tenga contrapartida monetaria, lo que resulta especialmente lamentable en el caso del deporte, cuyo desarrollo se basa en gran medida en el voluntariado no remunerado”.

² El porcentaje de la población española interesada en el deporte viene aumentando a lo largo de las últimas décadas, habiendo pasado del 50% en 1975-80 al 65% en 1990.