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Estos contenidos están tomados de la siguiente publicación: “Los
aspectos económicos del deporte”, José M. Domínguez, Colegio de
Economistas de Málaga, 2006.

La demanda del deporte

Por lo que se refiere a la demanda de deporte, puede analizarse en el marco de la elección renta-ocio (recuadro 1): se da la particularidad de que, al igual que ocurre en el caso de otros servicios, el consumo o la realización de deporte conlleva afrontar dos precios: de un lado, el precio de mercado ligado a la actividad deportiva; de otro, el precio del tiempo dedicado al deporte (su coste de oportunidad).

Recuadro 1

La demanda de actividades deportivas puede analizarse a partir de una función de demanda habitual, en la que la variable dependiente es la cantidad demandada, y las independientes, el precio del deporte, los precios de otros bienes y la renta del consumidor, además de los gustos y preferencias de éste (recuadro 2). Dados los diversos beneficios derivados de la participación en el deporte, así como la dualidad de la demanda (activa y pasiva) y las particularidades que presentan cada una de las actividades deportivas, que dificultan la especificación de un mapa de curvas de indiferencia bien definido, la decisión relativa a dicha participación suele ser más complicada que la decisión de consumo para otros bienes. De ahí la dificultad de determinar la curva de demanda privada de actividad deportiva de un ciudadano.

Recuadro 2

Para una actividad deportiva, los datos sobre precios son difíciles de obtener, ya que el coste de participación es un concepto compuesto que contiene: las tarifas de entrada a las instalaciones, el valor del alquiler del equipo usado, los costes de desplazamiento y los costes de tiempo. 

Por lo que se refiere a la renta, usualmente el deporte se considera como un bien de lujo, en el sentido de que la elasticidad de su demanda con respecto a la renta es superior a la unidad, lo que significa que, ante un aumento en la renta de los individuos, la demanda de deporte aumenta en una proporción superior. De hecho, algunos estudios empíricos revelan la existencia de una fuerte relación positiva entre los niveles de renta y las tasas de participación en actividades deportivas (Cambridge Econometrics, 2003). Por otro lado, aun cuando se observa una notable variabilidad, las estimaciones de la elasticidad-renta arrojan valores claramente superiores a la unidad en numerosas disciplinas deportivas. Por último, las variables socioeconómicas (edad, sexo, nivel educativo, ocupación…) condicionan las preferencias individuales.

Por lo que concierne a la demanda de deporte como espectáculo, se han efectuado numerosas estimaciones a partir de modelos econométricos (recuadro 3). Varias son las razones, por otra parte, por las que el consumidor adquiere deporte: entretenimiento, relaciones sociales, identificación con un club… El consumo del deporte exige habitualmente incurrir en un coste de desplazamiento hasta el lugar de celebración de los eventos deportivos, al margen del pago de las correspondientes entradas o cuotas de abono. Dicho consumo suele estar vinculado a ciertos gastos complementarios (adquisición de equipaciones de réplica, recuerdos…). Asimismo, el deporte estimula el seguimiento de las competiciones a través de los distintos medios de comunicación.

Recuadro 3

La demanda de deporte en Andalucía presenta un perfil similar al que tiene en España y en la Unión Europea (antes de la ampliación de 2004), por lo que respecta a las características socioeconómicas (recuadro 4). No obstante, al igual que en España, la elasticidad-renta es mayor que en la Unión Europea, lo que hace augurar un ritmo sostenido de aumento de la demanda de deporte a medida que se continúe avanzando en el proceso de convergencia económica real.

Recuadro 4
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