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¿Cuál es el coste de los Juegos Olímpicos?

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En un mundo donde el deporte se ha convertido en una manifestación cultural y social de gran envergadura, los Juegos Olímpicos resaltan como el evento deportivo internacional más destacado y esperado. Cada cuatro años, atletas de todos los rincones del planeta se congregan en una ciudad anfitriona, elegida con meticulosa consideración, para competir en una amplia variedad de disciplinas deportivas. El espectáculo es grandioso, la competición feroz y la camaradería entre naciones, palpable. Sin embargo, más allá del brillo y el glamour, emerge una pregunta ineludible: ¿cuál es el coste de los Juegos Olímpicos? ¿Realmente merece la pena albergar un evento de tal magnitud?

Los Juegos Olímpicos son mucho más que un conjunto de competiciones deportivas; son una amalgama de cultura, historia, y tradición. Cada edición es un reflejo del espíritu de su tiempo, una imagen vibrante de la diversidad y la unidad humanas. Sin embargo, albergar un evento de tal magnitud lleva consigo un coste financiero significativo, una inversión que a menudo se estima en miles de millones de euros.

En París, el año que viene, tendremos la ocasión de presenciar los Juegos Olímpicos de 2024, la preciosa ciudad de la luz se prepara para recibir a millones de visitantes, atletas y entusiastas del deporte. Con una inversión más que multimillonaria en infraestructura, tecnología y seguridad, la ciudad se transforma y se adapta para acoger el espectáculo global. La modernización de las instalaciones existentes y la construcción de nuevas estructuras son testigos silenciosos del enorme gasto económico, aunque todavía no podemos estimar este coste, sí que podemos examinar el de otras ediciones.

Es curioso observar cómo los costes asociados a la organización de los Juegos Olímpicos han ido en un aumento a lo largo de las décadas, que no solo refleja la inflación, sino también la creciente complejidad y escala de los mismos.

Por ejemplo, los Juegos de Sidney 2000 costaron aproximadamente 8.100 millones de dólares, una cifra que se ha multiplicado en ediciones posteriores hasta los 35.000 millones de dólares de Tokyo 2020.

¿Vale la pena el desembolso económico? ¿Qué legado financiero, social y cultural dejan los Juegos a las ciudades anfitrionas y al mundo en general? Estas son preguntas cruciales que buscaremos responder, desentrañando así el verdadero coste de los Juegos Olímpicos.

¿Vale la pena el desembolso económico?

La realización de los Juegos Olímpicos es un tema que suscita debates intensos y multifacéticos. Los entusiastas del deporte y la fraternidad internacional ven en ellos una oportunidad inigualable para la unión global, la celebración de la diversidad humana y el logro atlético. Sin embargo, cuando se analizan los desembolsos económicos involucrados, la pregunta que resuena con fuerza es: ¿realmente vale la pena?

Los Juegos Olímpicos, sin duda alguna, requieren una inversión financiera masiva. Desde la construcción de infraestructuras hasta la implementación de medidas de seguridad, por ejemplo, solo el gasto en seguridad de los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi ascendió a 2 mil millones de dólares, cada aspecto del evento exige un gasto considerable.

Otro dato, los Juegos Olímpicos de Río 2016 tuvieron un coste estimado de más de 13.100 millones de dólares, una cifra que superó con creces el presupuesto inicial.

Ahora, es curioso que, a pesar de estos desembolsos gigantescos, la historia ha mostrado que las ciudades anfitrionas raramente recogen beneficios económicos directos que superen la inversión. Los ingresos generados por el turismo, la venta de entradas y otros medios a menudo no alcanzan para cubrir los costes totales. Un estudio reveló que, desde 1968, casi todos los Juegos Olímpicos han excedido su presupuesto inicial, en algunos casos, de manera dramática1.

Sin embargo, la justificación de este desembolso va más allá de los números. Los Juegos Olímpicos presentan una oportunidad para que las ciudades anfitrionas se transformen y modernicen. Los proyectos de infraestructura y desarrollo urbano asociados a ellos a menudo perduran, dejando un legado duradero que puede beneficiar a la ciudad y a sus residentes durante décadas.

Además, los Juegos Olímpicos no son solo una celebración deportiva; son una plataforma global para la diplomacia cultural y política. Ofrecen una oportunidad para que las naciones se presenten en la escena mundial, fortaleciendo relaciones internacionales y fomentando un sentido de unidad global.

Entonces, ¿vale la pena el desembolso económico? La respuesta a esta pregunta no es unívoca y puede variar según la perspectiva desde la que se mire. Desde el punto de vista financiero puro, los números pueden no sumar. Pero cuando se consideran los beneficios intangibles, el legado y la oportunidad de proyectarse en el escenario mundial, muchos argumentan que el precio, aunque elevado, es uno que vale la pena pagar.

En este delicado equilibrio entre costes y beneficios, la evaluación de la «pena» de la inversión en los Juegos Olímpicos se convierte en una cuestión profundamente personal y subjetiva, teñida tanto por la pasión por el deporte como por las realidades económicas implacables.

¿Qué legado financiero, social y cultural dejan los Juegos a las ciudades anfitrionas y al mundo en general?

Financieramente, los Juegos presentan tanto oportunidades como desafíos. A corto plazo, la inyección de capital en la economía local a través de la construcción de infraestructuras, el turismo y el comercio puede ser significativa. Sin embargo, los costes de organización son elevados, y no es raro que las ciudades incurran en deudas.

Un dato curioso es que los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 dejaron a la ciudad con una deuda que tardó 30 años en saldarse2.

Socialmente, los Juegos Olímpicos pueden catalizar una transformación urbana y social. La mejora de las infraestructuras, el transporte y las instalaciones públicas tiene un impacto directo en la calidad de vida de los residentes. Además, la visibilidad global que proporcionan los Juegos puede aumentar el orgullo y la cohesión social.

Culturalmente, los Juegos son una plataforma donde se celebra la diversidad global. Las ciudades anfitrionas tienen la oportunidad de mostrar su cultura, historia y valores al mundo. Los Juegos de Barcelona 1992, por ejemplo, no sólo transformaron la ciudad en términos de infraestructura, sino que también redefinieron su identidad cultural y la posicionaron como un destino turístico y cultural global, un legado que sigue hasta nuestros días.

Mientras algunos ven un valor incalculable en términos de desarrollo, visibilidad global y unión internacional, otros señalan los retos financieros y sociales que pueden perdurar mucho después de que la llama olímpica se haya extinguido. Lo que es indudable es que los Juegos imprimen una marca indeleble en las ciudades anfitrionas, un legado que se entrelaza con su tejido social, cultural y económico, configurando su trayectoria futura de maneras profundas y, a menudo, impredecibles.


  1.  Bent Flyvbjerg y Allison Stewart, Olympic Proportions: Cost and Cost Overrun at the Olympics 1960-2012 (Saïd Business School, 2012). ↩︎
  2. Benjamin Shingler, «Montreal’s Olympic Stadium: Financial drain or historical gem?», CBC News, última modificación el 17 de julio de 2016, https://www.cbc.ca/news/canada/montreal/olympic-stadium-legacy-40th-anniversary-1.3676147#:~:text=The%20most%20commonly%20cited%20legacy,years%20after%20the%20closing%20ceremonies. ↩︎

Fuente de la imagen: Pierre de Coubertin (1863-1937) – Manual reconstruction by Denelson83, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=503600 

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